Historias cortas de objetos que se rompen.

#1 Corazón roto

Cumplía 12 años. Era un día importante. No todos los días se cumplen años, y sola una vez se confiesa un primer amor.

La tercer ronda de la escondida fue la elegida, y corrí a esconderme al mismo lugar que ella. Tras un árbol y susurrándole para que no nos descubran, le pregunté si quería ser mi novia.

“No se…” fue lo único que escuche antes que gritarán “piedra libre” y ella saliera corriendo.

20 años después volví verla en la estación. Por un momento pensé en acercarme a terminar nuestra charla. Pero esta vez decidí esconderme sólo entre la gente para que no me viera. Aún tenía el corazón roto.

#2 Huesos rotos

Me he caído mil por las calles de Saladillo, pero nunca me rompí un hueso. Quizás usted piense que soy un afortunado pero digo esto con un poco de tristeza.

Cuando uno es chico romperse un hueso tiene beneficios. Uno puede faltar a la escuela, todos te quieren firmar el yeso y por unas semanas uno tiene inmunidad para pedir regalos, ver más televisión o desayunar en la cama.

Los beneficios de un romperse un hueso disminuyen cuando uno crece; aunque hay contadas excepciones.

En el segundo tiempo del partido contra Unión Soviética, choqué con Nery en una jugada desafortunada y le quebré la pierna derecha. El se perdió el resto del mundial pero a Goyco, lo convertí en héroe.

#3 Promesas Rotas

Era la última fecha del torneo. Sarmiento y Central Cordoba se enfrentaban por un ascenso a primera división.

En ambas tribunas éramos miles los que le pedíamos a un mismo Dios que tuerza el destino a favor de nuestros colores.

En un tiro libre peligroso, prometí que dejaría las salidas con amigos y los asados de los jueves si la pelota se desviaba y salíamos campeones.

En un tiro de esquina, prometí que dejaría la noche y los bailes si ninguna cabeza encontraba ese centro y salíamos campeones.

Faltando dos minutos marcaron penal. Prometí que no vendría más a la cancha, que dejaría el fútbol de los martes y que empezaría la dieta si lo erraban y salíamos campeones.

Fue gol. Perdimos.

No festeje esa noche, pero me fui a dormir tranquilo. El fútbol da revancha y vivir la vida que había prometido no valdría la pena.

Taller de escritura creativa. Cuentos cortos de rupturas

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